Helohim Jair Abraham Valdés Sánchez
Alguna
de esas veces ocurren los sueños que en pasados días soñabas y suspirabas por
pensarlos, anhelabas un día vivirlos. ¿Por qué se te ocurría a los dieciséis años escribir?, ¿Por qué te gustaba tanto la
radio, el rock, el teatro, la música clásica?, ¿Por qué la fijación por las
calles de adoquín o llenas de piedras de río, cuyo caudal a veces es de agua de
lluvia, otras tantas de la luz de los faroles viejos y muchas veces de tu
llanto?
Se
ha ido el mar del pacífico, se fue el dinero y los paseos en California o Nueva
York, se fue el poder de asesinar a la tierra y a los animales, se fue la vida
llena de hedonismo y narcisismo, incluso muchas veces se ha ido el deseo de la
vida larga y decrepita, inútil si no hay amor, ese amor de los amorosos del que
hablaba Jaime Sabines de ese amor de aquellos que, qué bueno siempre han de
estar solos.
Alguna
de esas veces ocurren los sueños que en pasados días se te ocurrían, de pronto
recorres las plazas, los jardines, los tiempos, los ocasos y los rayos de luna
que esperabas fueran tuyos, aunque sea por no sé cuánto tiempo, pero tiempo
lleno de paz y de cierta inquietud ansiosa, porque finalmente somos seres
humanos, educados bajo la costumbre y la idea del control, el poder y la
posesión.
Todo
ocurre alguna vez, todo se vive y se
materializa en algún momento, por lejos que parezca el sol en el ocaso,
mientras las olas violentas y constantes, te traen a los pies inestables lo que
precisamente el mar suele traer, todo ocurre alguna vez, y mientras le das la
espalda al mar y la luna ilumina tu lado oscuro, sigues luces artificiales que
sin duda no son de las estrellas.
Si
de viejo no he de ser amoroso loco y solitario, entonces deberé estar envuelto
en petates, otorgado a la tierra como abono, lejos de todo sueño que perseguir,
lejos de todo sueño que anhelar, de todo peligro que correr, si alguna de esas
veces no estás tú, que serás la luz de las estrellas que me deje sorprendido,
entonces debo parar y decirle a mis pies que no te sigan más, que toque el
músico las notas que saben hacerme vibrar el alma.
Alguna
de esas veces se cumplen los sueños, como si fuera un checklist al cual uno
sonríe por la satisfacción que da despertar, abrir los ojos estando despierto y
notar que suenan las notas de la guitarra que hacen resonar y quebrar el
corazón, pero también hay pesadillas que quiebran el alma y nos reducen, nos
desgastan y no borran como materia en la concepción de vida que hemos creado
los seres humanos, pero permanecemos en el tiempo, porque alguna de esas veces
se cumplen los sueños.