Jair Valdés.
Gritan los sofistas, hipócritas, paladines del sistema,
expertos electricistas que iluminan las calles y apagan hasta las velas para
tener oscura la casa.
Cuando más triste estoy me sumo a las letras de José
Saramago y grito ¡Que se privatice todo! En momentos en que tal vez como el propio
José seguramente lo llevaron a escribir estas letras irónicas ¡Que se privatice
todo!
Andan los sofistas en todos lados, hablan en la radio, el
internet, los diarios y la televisión oficialista, andan con títulos de
investigadores, de expertos, de Doctores, de Ex gobernadores, títulos que se
salvan del moho porque están en bellos marcos de más de 10 mil pesos, pero el
alma de estos sofistas, no se salva del moho, de la pestilencia, de la
putrefacción, del egoísmo corrupto que todo lo pudre.
Andan ahí simulando preocupación con estadísticas cuantitativas
y con registros superfluos diciendo ¡Y los niños! ¿Quién se preocupa por los
niños que quedan abandonados porque el maestro ésta luchando en las calles?
¿Por qué hablan de reforma educativa cuando solo se
preocupan por sus plazas, por sus puestos y salarios?
Y ahí en el banquillo están los maestros que buenos o
malos son producto y solución del sistema, del estado mexicano que no prepara
ni si quiera a sus gobernantes, ni siquiera fortalece sus empresas, esta nación
fallida que todo lo construye mal o con fecha de caducidad para cubrir
problemas a corto plazo, entonces cuando no sirve, lo desecha, lo corta, lo
vende, lo privatiza sin importar las consecuencias.
Padres, gobierno, sociedad entera y Sofistas con títulos que
se subastan al postor que pague, ya ni siquiera el mejor postor, hablan de
educación, de calidad, pero no se habla de educación activa, viva, pedagogía
ambiental, pedagogía crítica, no se habla de Freire, Chomsky, Foucault,
Gramsci, Althusser, Alexander Summer Neil, etc…
Hipócritas, ¿Qué les interesan los niños y la educación? ¿Qué
les interesan cuando los envenenan con leche y productos que no contribuyen a
la salud, pero que si benefician las licitaciones y los bolsillos de empresas
trasnacionales?
Si los sofistas hipócritas tan solo hablaran verdades, si
dejaran de mentir, entonces los que menos saben entenderían que esta reforma es
estéril, que si niños y profesores no asisten a clases en zonas rurales e indígenas
es porque ni siquiera el estado ha construido muros y espacios dotados de las
condiciones óptimas para tomar y ofrecer clase.
Linchan a diestra y siniestra pero no hablan de las
responsabilidades que omiten gobiernos de todos los colores y banderas,
responsabilidades que tienen que ver con crear estos espacios de formación,
responsabilidades que tienen que ver con respetar los usos y costumbres de las
poblaciones así como su cultura y creencia, de poblaciones diversamente ricas y
de poblaciones indígenas cuya lengua y literatura es otra.
¿Por qué el gobierno actual que representa el PRI, pero
que fácticamente controlan las empresas si hablan de calidad,
evaluación y desarrollo en la educación, por qué entonces no contratan
pedagogos, psicólogos, sociólogos, para que vayan a cubrir esas plazas, porque
no quieren invertir en salarios?
¿Por qué no ofrecen alternativas a estos maestros para
ocupar nuevas fuentes de empleo, en la agronomía, el turismo, el desarrollo tecnológico?
Le temen a la educación crítica, saben que el pedagogo no
conquista, no debiera hacerlo, el pedagogo debe de enseñar-aprendiendo, así
como el gobierno debiera mandar obedeciendo.
Los hipócritas critican todo, hasta que se pase lista en
asambleas y marchas, mucho ojo con estos paladines, sofistas que aprendieron a persignarse con billete en mano,
gritan, mienten, confunden.
Que se privatice todo educación, petroleó, casa, incluso
que siga desapareciendo la autonomía, el individuo, que sigan vigilándonos y controlándonos,
que nos sigan metiendo nano-chips, que se siga escaneando el iris y que se
sigan guardando registro de todo lo que somos y hacemos, que caiga la oscura
noche y nos olvidemos de la existencia podrida del hombre que domino al hombre.
Mientras tanto en pie de lucha, pues no puedo dejar que
muera la flor de la palabra como enarbolaron durante la insurgencia zapatista
los indígenas del estado de Chiapas, pues no puedo dejar que los que
contribuyeron y apostaron por la humanidad pierdan esta apuesta frente a los
que nada son, frente a los que nada saben; excepto la dominación y control del
sujeto, por medio de la mentira, el miedo, las armas, el otorgamiento del goce
desmedido para la emancipación de la masa sin medidas.
Que se regocijen en sus mentiras cómo diablos en sus
llamas, mientras nosotros conservamos la historia de la humanidad nuestra.
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