Relato.
Para Esta Noche.
Jair Valdés.
En
un día común, me la pasaría transcribiendo todo lo que voy dejando en los
cuadernos, me la pasaría escuchando música y me la pasaría realizando planes y
proyectos con toda la paciencia del mundo.
Ya
no hay días comunes para mí, los días comunes terminaron hace unos tres años
atrás, de pronto ya no tengo el tiempo para tomar el café, escribir,
transcribir, calendarizar, organizar, leer, estudiar y trabajar con calma.
Ahora la mayoría del tiempo el café lo tomo en la calle y de pie, leo y duermo
en el transporte público, escribo y transcribo pasada la media noche, organizo
y planeo sobre el evento mismo, improviso…
Creo
que no me esta quedando tiempo para mi y el que me queda es fugaz y es en
tiempos inapropiados.
Sin
embargo me doy tiempo para observar, me gusta observar la mañana, la tarde, la
noche, lo único bueno de todo es pasar días enteros en la calle, observando lo
bueno y lo malo. Llego a casa solo para dormir, para pensar en ti y para
realizar algunos detalles de agenda sobre el evento mismo.
La
cultura nos causa malestar, la vida misma es un malestar, Sigmund Freud nos
habla de bella forma sobre esta situación y de las formas que tenemos para
desahogar el malestar; el trabajo, las drogas, y el desplazamiento.
Sin
duda el Freud romántico nos recuerda que no hay nada que nos cause más
displacer que el vínculo con lo externo, con el otro, con el amor.
Y
en el amor uno puede hacer muchas cosas, donde sin duda lo mejor es hablar y
vincular, porque podemos ocultarnos, retraernos y retener los sentimientos, lo
cual sin duda no es tan bueno del todo, porque todo permanece en nuestra mente
y al fin y al cabo como el agua que quiere ser controlada, se desbordara.
Y
así también dejan de ser mis días comunes,
en lo que ha sentimientos se refiere, mis sentimientos también vagan de un lado
a otro, de aquí a allá, pero hay un
sentimiento que permanece.
Y
dentro de lo no común todo se revuelve, toda va y viene, de pronto una noche
bailas y cantas alegre olvidándote del mundo, de pronto una mañana charlamos y
callamos súbitamente, de pronto nos queremos, otras veces luchamos contra
nosotros mismos para dominar nuestras
mentes racionales.
Todo
gira, da vueltas, se revuelve súbitamente, cambia y nos beneficia perjudicándonos
al mismo tiempo, tal parece que fueran tiempos de acomodo, tal parece que
llegamos a momentos donde nosotros no decidimos nada, donde somos piezas de
ajedrez manipuladas por manos externas y aunque nuestra voluntad nos hace
llorar, movernos, gritar y desesperarnos no podemos hacer nada.
A
menos que aceptemos ser valientes y decirnos cuanto nos necesitamos pase lo que
pase.